martes, 29 de mayo de 2012

Vales más por lo que hablas...

Tengo una tendencia natural a hablar de más. La incontinencia verbal forma parte de mí como un rasgo  primario de mi personalidad que aflora en los momentos más inapropiados así que, a lo largo de mi vida, no han sido pocas las ocasiones en que mis propias palabras me han provocado sonrojos, obligadas disculpas y algunas meteduras de pata de dimensiones colosales.

Reconozco que la incontinencia verbal suele ser agresiva, maleducada, inapropiada y exasperante. Es la naturalidad llevada a su máxima expresión, la escenificación de un mundo sin ley que, en contraste con esta realidad nuestra de apariencias y pretendidas buenas maneras, supone un lastre social nada desdeñable.

Aún así, o tal vez por esto mismo, siempre he desconfiado de los que callan. Quien guarda silencio o bien lo hace porque posee unos sentimientos excepcionalmente buenos, o bien por sibilino, o bien porque no tiene nada que decir. Admiro y envidio a quienes pertenecen al primer grupo (de ellos será el reino de los cielos...y el de la felicidad en la Tierra), pero siento por los otros una profunda desconfianza. Tal vez, por eso, me apasiona la gente de sangre caliente, y me niego a sondear los insondables misterios de los inexpresivos.



Si pudiera resetear mi personalidad, elegiría ser una persona tranquila y poseer un optimismo ingenuo y bienintencionado. Pero ni nunca he sido así, ni mis experiencias vitales han ayudado a domesticar esos bríos que arrastro desde mi más tierna infancia. Por eso, sin pretenderlo, gasto un tipo de sinceridad desgarrada, una ironía hiriente, como si la verdad desnuda abrasara menos cuando uno la vomita con palabras malsonantes. Como si uno pudiera exorcizar la rabia, la frustración, la injusticia y los malos pensamientos por el mero hecho de expulsarlos a voz en grito.

Que ser un bocachancla es una desgracia, ya lo dice el refranero español: "Por la boca muere el pez". Aunque rescato también esa expresión popular de "las mata callando". No nos olvidemos que en todos y cada uno de los ámbitos de la vida el que mata, amigos, es el que calla.

No sé a vosotros pero a mí, devota involuntaria del exceso de verbo, el silencio me da miedito...




domingo, 27 de mayo de 2012

Ana Ego

Hace algunos días coincidí con una persona, a la que tengo que ver muy de vez en cuando, y que ejemplifica lo que más detesto del mundo laboral. Esta mujer, a la que llamaré Ana -por ejemplo-, aún no ha cumplido los 40 y tiene un cargo intermedio (intermedio bajo) en una multinacional. Si yo fuera políticamente correcta diría que Ana no es santo de mi devoción, pero como no lo soy, expondré alegremente que me parece una subnormal redomada.

Ana, que es engreída, déspota, coquetuela hasta el vómito, agresiva como sólo puede serlo un hombre/mujer con una ambición desmedida y perfectamente visible, supura ego como supuran pus la heridas infectadas No me culpéis por emplear una metáfora tan desagradable, porque tiene su razón de ser: cuando el mundo empresarial se desangra, como un país en guerra, solo unos pocos mercenarios están destinados a sobrevivir. Y Ana ejecuta a la perfección ese papel del sálvese quien pueda: clavando las uñas (pintadas) a la silla; utilizando su feminidad como una Mata-Hari de tres al cuarto; derrocando competidores con artimañas rastreras, y atribuyéndose méritos ajenos sin sonrojo alguno.



Quiero pensar que las Anas de este mundo son solo eso, supervivientes, pero no es cierto: aunque apenas la conozco, sé que Ana fue siempre así. Y si yo fuera juez de un tribunal divino para los vivos (dejemos para otro post el hipotético tribunal para muertos y resucitados...) ejecutaría una sentencia ejemplar inspirada en los tiempos que vivimos: un despido inesperado, hiriente incluso, con una indemnización exigua (al gusto del nuevo Gobierno), dos horas en la cola del INEM y unos meses de incertidumbre.

Como no le deseo el mal a nadie, y no dudo de la valía profesional de Ana,  no prolongaría el castigo más allá de los seis meses. Tiempo suficiente, creo, para que aterrizara en el mundo real y se reconciliara con su humanidad perdida. Para que se curara de la ansiedad que le produce que el nombre de su cargo sea así y no asá. Pero, sobre todo, para que dejara de ser tan condenadamente trepa, y tan jodidamente maleducada.

Ana, creéme: ni es por verte sufrir, ni soy tan ingenua para creer que lo tuyo tiene cura... pero es que no se puede ser tan gilipollas...

domingo, 20 de mayo de 2012

Manifiesto por la ducha diaria

Queridos pasajeros de Metro de Madrid:

Mañana es lunes (otra vez...jodido infierno), hará calorcito, y sueño con que se abrirán las puertas del vagón y no tendré arcadas.

Qué queréis que os diga, cada uno tiene sus sueños: unos persisten en esa leyenda urbana llamada Lotería, otros planifican viajes que jamás podrán pagarse... Yo, que he aprendido el valor inestimable de la cotidianidad, soy más de placeres sencillos: me recreo en un ideal donde todo ciudadano se ducha a diario, los desodorantes dominan el mundo y la línea 4 huele, aunque sea, al batiburrillo chungo de la perfumería de El Corte Inglés.



En las largas horas que he pasado en el subsuelo de nuestra ciudad, he visto auténticas aberraciones no aptas para estómagos delicados, protagonizadas por quienes creen que cortarse las uñas entre San Bernardo y Goya es una forma de multitasking como otra cualquiera o que pueden incrustar su dedo en la nariz, recrearse a placer, tocar la barra que todos tocamos e irse de rositas.

Como el cerdo-cerdo es cerdo haga calor o frío, desde aquí, hago un llamamiento a todos aquellos que simplemente desconfían del jabón, para que vean en él un amigo y aliado y que, al menos de forma estacional, dejen que entre en sus vidas. Que el verano acaba de empezar y se hace muy muy largo en un subsuelo que hiede...


miércoles, 16 de mayo de 2012

Os presento a mi avatar...

Hoy quiero presentaros a alguien...

A la otra Little R., la que fue mi avatar durante mucho, mucho tiempo.  Pertenece a la segunda generación de Playmobil que se popularizó a finales de los ochenta, cuando los niños empezamos a demandar una dosis de realidad en nuestros juegos y nació la alternativa a barcos piratas, fuertes del Lejano Oeste y castillos medievales, en forma de autobuses amarillos, parejas de esquiadores o hamburgueserías en miniatura.

Pese a que me he deshecho de todos los juguetes que me acompañaron durante tantos años, nunca quise renunciar a esta miniyo que, desde entonces, veló el paso del tiempo en silencio desde su privilegiada posición en la librería (en sucesivas librerías, de hecho), y así lo seguirá haciendo por los siglos de los siglos. 


Ser este avatar era mucho mejor que ser una niña de nueve años. Lo primero: tenía tetas. Y eso molaba. Era mayor, lo que molaba más. Y ser mayor significaba coche, perro, un novio estupendo y una casa enorme en el campo donde uno hacía lo que le venía en gana. 

Ahora soy mayor y tengo tetas. No tengo perro. Ni coche. Ni novio estupendo. Y, por supuesto, no tengo tampoco una casa enorme en el campo. Lo de hacer lo que uno a le da la gana es una utopía que pronto quedó subyugada por obligaciones y responsabilidades varias. 

La verdad es que ser este avatar es mucho mejor que ser una tía de 30 años...

martes, 15 de mayo de 2012

Llévate mi queso y quédatelo

"Quién se ha llevado mi queso" ha sido uno de los grandes éxitos editoriales de los últimos años. No, ya sé que no tiene nada de raro: los libros de autoayuda son como los horóscopos y, en su ambigüedad, todo aquel que busque respuestas a su propia vida las encuentra sin forzar demasiado la imaginación. Poniendo por delante que todo libro de autoayuda me produce algo así como yuyu, yo también caí en sus garras en un momento dado y, por supuesto, también quise sentirme identificada.

La idea que promulga ese "cambiar o morir" es pragmatismo en vena. "Quién se ha llevado mi queso" expone una verdad monumental: "o te adaptas o te jodes". Pero fue mi querida madre, esta vez, la que vomitó sapos y culebras cuando llevaba la mitad del libro, alegando que era manipulador, y un instrumento del capitalismo más chungo que promovía la resignación absoluta. Y yo que, por supuesto, no soy nada pragmática, acepto la validez de ese axioma de "te adaptas o te jodes" porque, básicamente, es lo que hay, pero prefiero joderme y recrearme en la posibilidad de una involución controlada. Por supuesto, no he inventado nada, y además soy hija de mi tiempo, o sea, que me gusta que piensen por mí, así que existen ya numerosas filosofías al respecto y no tengo nada más que aportar.



Cribando aquellas que defienden la anarquía absoluta, un ecologismo radical, o un modelo neohyppy que rechaza el desodorante, hay otras que consideran que los seres humanos no hemos evolucionado tanto como para afrontar la realidad de este imperio de prisa y ambiciones. Que, al menos en un sentido puramente biológico, seguimos siendo el hombre de las cavernas y que muchas personas no pueden adaptarse a una vida sin vínculos sólidos y una seguridad que está meramente arraigada en el azar y lo material.

La utopía (¿o no?) de buscar la felicidad en una comunidad pequeña, más controlable, en contacto con la naturaleza y donde distribuir el tiempo de forma racional, insisto, no es mía. Ahí está por ejemplo el movimiento Slow o la idea de "modernidad líquida" de Zygmunt Bauman.

Si vosotros también sois más de joderse, y soñáis con un sistema de vida más paralelo que antisistema, os invito a que abandonéis al psiquiatra, queméis los libros de autoayuda y exploréis ejemplos de personas que, en lugar de cambiar para adaptarse a la vida que los hacía sentir inadaptados, han cambiado esa vida, y se han adaptado a una nueva, más acorde a su naturaleza. Algo así como...sí...llévate mi queso, que me voy a hacer el sandwich con mortadela...

lunes, 14 de mayo de 2012

Sana devoción


Hoy estoy agotada, y me quedo en casa... Será la tensión que baja con los primeros calores. Este mareo, una canción de Nacho Vegas, liar un cigarrillo, la noche del verano incipiente que entra por la ventana abierta, la luz tenue de una lámpara, un libro, el parpadeo de la tele muda. A veces, la felicidad es simplemente eso...



...Bueno, he de decir, que mi felicidad sería perfecta con una bolsa de Lays Gourmet o una pizza 4 quesos del Domino´s, pero la Sagrada Operación Bikini exige fe y sacrificio, sudor y lágrimas. Íntimamente deseo apostatar, pero los férreos lazos de mi frivolidad me obligan a reprimir el placer y, si alguna vez la debilidad humana me ha hecho sucumbir a los pecados de la carne (en salsa), la culpa me ha atenazado con sus garras frías...Grasa saturada, aparta de mí, pues, la tentación: el 1 de junio (sin falta) esta pecadora caerá rendida de nuevo a tus encantos y saciará su lujuria como una fiera hambrienta...



jueves, 10 de mayo de 2012

Hacienda, Bankia y el minuto del odio

Hoy estoy liada con la Declaración de la Renta...

Pienso en esa cantidad irrisoria que para mí lo significa todo, y pienso en Bankia, en cómo el Estado (es decir, la suma de todas esas cantidades irrisorias que cada uno aportamos y que para nosotros lo significan todo) pagará el indecente tren de vida de una panda de hijos de puta que ni siquiera han sabido hacer bien su trabajo.

Que se os hunda el yate con vosotros dentro. Que os dé alergia el caldo de ostras y os paséis cagando una semana seguida. Que la tinta del Montblanc os joda vuestra mejor camisa. Que vuestro cochazo os deje tirados en la carrera más oscura una noche de tormenta, os atraque una banda de rumanos y os meta el Rolex por el culo.

Y aquí termina mi minuto del odio. Porque el odio (lo leí en una novela deliciosa, "Almas grises") "deja en la carne sabor a inmundicia". Y nosotros, de comer mierda, ya andamos sobrados...



lunes, 7 de mayo de 2012

Espectadora crítica: investigaciones sociológicas que nacen del despecho

Esta mañana nos hemos desayunado en la oficina con este titular: "Las comedias románticas perjudican seriamente la salud social". Un estudio de una bloguera americana, inspirada después de que su novio le plantara el día antes de San Valentín, decidió investigar cómo las películas de Jennifer Aniston o Reese Witherspoon han creado un modelo erróneo para las mujeres, con independencia de "lo irónica y sofisticada" que sea la espectadora: el de que todas deseamos un hombre que nos redima y dé sentido a nuestra existencia.

Vale. Consideraciones.
1. Me preocupa mucho que dicha bloguera considere relevante que el plante se produjera el día antes de San Valentín (eso me hace pensar de qué tipo de espectadora estamos hablando...).
2. Me preocupa aún más que crea que las espectadoras "irónicas y sofisticadas" son las que, en principio, deberían estar vacunadas contra este tipo de inmundicia melosa, pero que sienta tan bien, pongamos, un domingo por la tarde. No creo que la sofisticación sea un arma intelectual lo suficientemente contundente para rebelarse contra los siempre hostiles clichés...
3. Lo que me acojona de verdad es que considere "ofensivas" las dos secuelas de la serie "Sexo en Nueva York". Creo que todos estaremos de acuerdo en que no son el culmen del séptimo arte, pero ambas son una gilipollez en la que, personalmente, no capto ni un mero atisbo de profundidad y, por tanto, ninguna intención oculta de ofendernos a nosotras, oh, pobres mujeres de a pie.

El artículo ha circulado vía Facebook, y de ahí ha llegado al jefe, que se ha apresurado a señalar que, por lo que oye desde su despacho, nosotras vivimos "en una eterna peli de Aston Kutcher y Katherine Heigl". Y yo, que soy como soy, voy a llevar la contraria a mi jefe, aunque sé de sobra que los jefes siempre tienen razón: si hubiera de establecer un paralelismo cinematográfico, diría que me siento más...Fellini.



Sumergidas en una crisis, solteras y desamparadas, nos hemos entregado a un hedonismo decadente. Las noches traen retazos de un deseo íntimo de ser amadas, de una necesidad vital que se apura con sorbos de gin-tonic y que tiene como escenario algunos locales de Madrid, de esos todo el mundo está fuera de lugar, ergo sobreactúa, ergo se convierte en una caricatura de sí mismo. Y en ese jodido baile de máscaras transcurre la vida real.

No llevamos la mechas californianas de la Aniston, ni calzamos Manolos...Somos más bien una versión neorrealista (e incluso surrealista) de una necesidad animal. En cristiano: que a estas alturas, una vez cumplidos los 30, tenemos más que claro que las películas porno no acaban en boda, que un whatsapp sin respuesta no es el amor de tu vida, que jamás te irás a cenar con ese compañero del curro que te parece un imbécil (y no, ese tampoco es el amor de tu vida), y que un tío con un jersey de reno jamás va a parecerte sexy (sobre todo, porque ningún Colin Firth de la vida se pondría jamás semejante atuendo en este lado de la realidad).

Resumiendo: que yo sigo sin ver el peligro social de una comedia romántica, cuando todas sabemos que son tan reales como la noche de Mordor...

martes, 1 de mayo de 2012

Ídolos para el recuerdo. Capítulo 1: Contigo no, bicho

Porque su ingenio nació del alcohol y la vergüenza. Por no haberse llevado el gato al agua pese a su innegable habilidad verbal. Por el chiste fácil de hoy y de siempre. Porque a todos nos han dado boletus alguna vez y no nos hemos reído tanto. Porque sólo el vídeo original ha sido visto por más de cinco millones de personas, e incluso existe una versión subtitulada en inglés ("not with you, critter"). Porque también existe una versión sudamericana en la que se describe el contenido como "español muy borracho hablando de chica que le negó una follada de muy malas maneras". Por romántico ("a esa tía en su puta vida nadie le ha tratado con amor"). Por poeta ("hija de una hiena"). Porque Fontvella debería haberte pagado por la mejor publicidad que le han hecho nunca. Porque se imprimieron camisetas y horteradas varias con tu lema en uno de esos ejercicios de elegancia patria. Porque te versionaron hasta las Nuevas Generaciones del PP del País Vasco para la campaña electoral (en otro de esos ejercicios de elegancia patria...)

Porque, pese a todo, rechazaste decenas de entrevistas y sólo accediste a un leve cameo en un videoclip ( http://www.youtube.com/watch?v=U4_xmb0yYuk) en vez de entregarte a una efímera fama de alcantarilla. Gracias, Carlos. Te llevamos siempre en nuestros corazones y esperamos de verdad que encontraras ese "cochino beso" y tengas ahora una novia en condiciones...