domingo, 20 de mayo de 2012

Manifiesto por la ducha diaria

Queridos pasajeros de Metro de Madrid:

Mañana es lunes (otra vez...jodido infierno), hará calorcito, y sueño con que se abrirán las puertas del vagón y no tendré arcadas.

Qué queréis que os diga, cada uno tiene sus sueños: unos persisten en esa leyenda urbana llamada Lotería, otros planifican viajes que jamás podrán pagarse... Yo, que he aprendido el valor inestimable de la cotidianidad, soy más de placeres sencillos: me recreo en un ideal donde todo ciudadano se ducha a diario, los desodorantes dominan el mundo y la línea 4 huele, aunque sea, al batiburrillo chungo de la perfumería de El Corte Inglés.



En las largas horas que he pasado en el subsuelo de nuestra ciudad, he visto auténticas aberraciones no aptas para estómagos delicados, protagonizadas por quienes creen que cortarse las uñas entre San Bernardo y Goya es una forma de multitasking como otra cualquiera o que pueden incrustar su dedo en la nariz, recrearse a placer, tocar la barra que todos tocamos e irse de rositas.

Como el cerdo-cerdo es cerdo haga calor o frío, desde aquí, hago un llamamiento a todos aquellos que simplemente desconfían del jabón, para que vean en él un amigo y aliado y que, al menos de forma estacional, dejen que entre en sus vidas. Que el verano acaba de empezar y se hace muy muy largo en un subsuelo que hiede...


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