martes, 15 de mayo de 2012

Llévate mi queso y quédatelo

"Quién se ha llevado mi queso" ha sido uno de los grandes éxitos editoriales de los últimos años. No, ya sé que no tiene nada de raro: los libros de autoayuda son como los horóscopos y, en su ambigüedad, todo aquel que busque respuestas a su propia vida las encuentra sin forzar demasiado la imaginación. Poniendo por delante que todo libro de autoayuda me produce algo así como yuyu, yo también caí en sus garras en un momento dado y, por supuesto, también quise sentirme identificada.

La idea que promulga ese "cambiar o morir" es pragmatismo en vena. "Quién se ha llevado mi queso" expone una verdad monumental: "o te adaptas o te jodes". Pero fue mi querida madre, esta vez, la que vomitó sapos y culebras cuando llevaba la mitad del libro, alegando que era manipulador, y un instrumento del capitalismo más chungo que promovía la resignación absoluta. Y yo que, por supuesto, no soy nada pragmática, acepto la validez de ese axioma de "te adaptas o te jodes" porque, básicamente, es lo que hay, pero prefiero joderme y recrearme en la posibilidad de una involución controlada. Por supuesto, no he inventado nada, y además soy hija de mi tiempo, o sea, que me gusta que piensen por mí, así que existen ya numerosas filosofías al respecto y no tengo nada más que aportar.



Cribando aquellas que defienden la anarquía absoluta, un ecologismo radical, o un modelo neohyppy que rechaza el desodorante, hay otras que consideran que los seres humanos no hemos evolucionado tanto como para afrontar la realidad de este imperio de prisa y ambiciones. Que, al menos en un sentido puramente biológico, seguimos siendo el hombre de las cavernas y que muchas personas no pueden adaptarse a una vida sin vínculos sólidos y una seguridad que está meramente arraigada en el azar y lo material.

La utopía (¿o no?) de buscar la felicidad en una comunidad pequeña, más controlable, en contacto con la naturaleza y donde distribuir el tiempo de forma racional, insisto, no es mía. Ahí está por ejemplo el movimiento Slow o la idea de "modernidad líquida" de Zygmunt Bauman.

Si vosotros también sois más de joderse, y soñáis con un sistema de vida más paralelo que antisistema, os invito a que abandonéis al psiquiatra, queméis los libros de autoayuda y exploréis ejemplos de personas que, en lugar de cambiar para adaptarse a la vida que los hacía sentir inadaptados, han cambiado esa vida, y se han adaptado a una nueva, más acorde a su naturaleza. Algo así como...sí...llévate mi queso, que me voy a hacer el sandwich con mortadela...

No hay comentarios:

Publicar un comentario