viernes, 27 de abril de 2012

Poetas de barra

"¿Tú que eres, sal o azúcar?" Juro que esta frase ha sido engendrada por un cerebro humano con la intención de flirtear. Entendería semejante prodigio del ingenio en alguien cuyo deseo fuera el de inmolarse socialmente, el de ganar 100 pavos en una apuesta absurda con los colegas o el de revolucionar los cimientos de la literatura como lo hizo el editor que consideró que Bukowski era digno de ser leído. Lo entendería si quienes están tonteando se han conocido en un curso de cocina; si es un boquerón tratando de ligar con una galleta o una conversación de tú a tú con cualquier plato del menú degustación del Café Saigón, donde no sabes si lo que estás comiendo es carne, pescado, fruta o la servilleta.

Ahora en serio: capto la motivación. Es un lugar común (pero muy muy común) acusar a los hombres de carecer de la más elemental de las sensibilidades. Y además es injusto. Hay montones de hombres sensibles, auténticos poetas de pelo en pecho que resultan fascinantes porque poseen una inteligencia preclara, un talante artístico fuera de lo común, hablan bien sin resultar pedantes, y escriben bonito sin perder un ápice de masculinidad. Son muchos, es cierto, pero no son la mayoría.

Y como los hombres sensibles molan, así, en general,  he aquí un sencillo decálogo para no traspasar esa barrera que separa al poeta del más lamentable cantamañanas:

1. No pienses demasiado tu poesía. Deja que fluya. Si es producto del sesudismo y no de la inspiración, se notará. Tú pensarás: "soy un tipo sensible". Ella pensará: "es gilipollas".

2. Las telenovelas no son un referente. No, los boleros tampoco si no pretendes ligar con mi abuela. Bécquer no es tolerable más allá de los 16 años y, antes de recitar a Neruda, asegúrate de que tu víctima no superó la EGB: cualquier chica con un mínimo de cultura general a la que abordes con un "me gusta cuando callas porque estás como ausente" tendrá arcadas súbitas al escuchar el verso de marras. No quieres eso, ¿verdad?

3. Si tu verso es bello después de cinco gin-tonics desengáñate: es una puta mierda. Cuando uno se ha pasado los últimos diez años leyendo manga no hay ginebra que le convierta en Lord Byron, así que mejor sé tu mismo...

4. El ingenio es como la estatura: se tiene o no se tiene. Si no fuiste agraciado con ese don, potencia otros. Los tíos serios que por una vez intentan ser graciosos dan lástima. Y la lástima, que yo sepa, jamás fue preludio de la atracción.

5. Antes de engendrar un piropo, fíjate bien en lo que piropeas. Si ella tiene, pongamos, un pelo ratuno y le dices "tú melena brilla como un sol de invierno" podría incluso escupirte.



6. Extraigo el ejemplo anterior para explicar el punto 6. Nada de metáforas relacionadas con la madre naturaleza. Ninguna flor, ni luna, ni árbol hará que duermas acompañado. Ahora lo bizarro es cool porque la poesía moderna se nutre, básicamente, de la falta de poética que tiene la cotidianidad. Un ejemplo admisible sería algo así como: "eres como una napolitana de chocolate" (vale, según quién, podría tener también arcadas, podría también escupirte, pero también podría funcionar, cosa que no ocurrirá si mascullas un "eres el almendro en flor").

7. No, no me creo que tu libro de cabecera sea "Hojas de hierba". Y si te subes a una silla a recitar "¡Oh capitán, mi capitán!", pensaré que en vez de leerlo te lo has fumado.

8. Por supuesto, si cantas mal, puedes irte olvidando de entonar "Las nanas de la cebolla"...

9. Haz un breve análisis de target antes de idear tu verso. Tienes un claim para venderte o cagarla. Los estados de Facebook me han demostrado que (sorprendentemente) Bécquer, Neruda, los boleros y las metáforas relacionadas con la naturaleza siguen funcionando más allá de los 30 en determinados sectores. Vende tu alma a Google y las redes sociales. La claves es: psicopatea y vencerás. 

10. Si eres un poeta pésimo, un cantante peor, las "Hojas de hierba" las tienes plantadas en una maceta en la terraza y las versiones que hace Serrat de Machado o Miguel Hernández te dan grima, no te preocupes ni lo más mínimo: al menos un 25% de las mujeres (según el último estudio de Nielsen, "Audiencias de barra, 2011") han disfrutado con "Freddy vs. Jason", sabían quien era Bilbo Bolsón antes de que saliera la película, beben la cerveza directamente en la lata y cuando ven un libro de Danielle Steel piensan que bomberos como Montag, a fin de cuentas, tenían su razón de ser...

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